jueves, 11 de octubre de 2007

Rompen el silencio

Enrique Bunbury y Joaquín Cardiel

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PARTE I
PARTE II (en breve)

Calidad: Soundboard


Setlist:

1- El estanque
2- Deshacer el mundo
3 - Mar adentro
4 - La carta
5 - Bendecida
6 - La sirena varada
7 - Opio

8 - La herida
9 - Flor venenosa
10 - Apuesta por el rock 'n roll
11 - Héroe de leyenda
12 - Con nombre de guerra
13 - No mas lágrimas

14 - Nuestros nombres
15 - El mar no cesa
16 - Entre dos tierras
17 - Maldito duende
18 - Iberia sumergida
19 - Avalancha

20 - Oracion
21 - Tumbas de sal
22 - La chispa adecuada

23 - Tesoro
24 - Malas intenciones
25 - En brazos de la fiebre


Han pasado 11 años desde que Héroes del Silencio se despidieron con un "nos vemos en la gira del próximo milenio". Muchos no se lo creyeron. Seguramente el 90% de los que ayer esperaban en el estadio de La Romareda la reaparición de los profetas que habrían de triunfar de nuevo en su tierra. Ni siquiera la lluvia quiso perderse el regreso de los Héroes del Silencio. Y muchos se echaron a temblar cuando el cielo empezó a descargar agua sobre sus cabezas.

Algo se mueve tras las cuatro pantallas gigantes que hay en el centro del escenario mientras arranca la intro habitual del grupo, Song to the siren. Son las 21.17 del 10 de octubre de 2007 y sobre el escenario están Héroes del Silencio. El público sólo puede gritar mientras los primeros compases de El estanque se abren paso entre el delirio para alcanzar los oídos de las más de 30.000 almas que ahora se unen sobre el césped empapado. Las sombras de Juan Valdivia y Enrique Bunbury aparecen tras las pantallas que ascienden para dejar ver al fin a los cuatro héroes sobre las tablas.

Tendrá que ser después de Deshacer el mundo cuando el músico rompa su silencio. Y será para gritar el nombre de su ciudad: "¡¡Zaragoza!!". La noche es fría y a Bunbury no se le escapa "este jodido Pilar...". No se le ocurre mejor modo de calentar al público que invitando a nadar "mar adentro". Bunbury juega sobre el escenario tirando de las poses que antaño le caracterizaron, aunque no se le escapa una sonrisa. El músico controla todo a su alrededor y una mirada basta para entenderse con sus compañeros. Joaquín Cardiel no para de sonreír. Juan observa a su hermano en la distancia y se abstrae en su instrumento. Valdivia no decepciona cuando llega el momento de enfrentarse a sus solos. Y Pedro, cabeza baja, baquetas en ristre golpea contundente la batería adornada con el emblema de héroes. Bunbury presenta a sus compañeros mientras se trasladan desde el escenario principal al secundario. Ha llegado el momento de ver de qué son capaces. Suena La herida, los héroes y su público vuelven a ser uno y a Bunbury se le escapa media sonrisa.

"Ésta es la canción que menos le gusta a mi madre. Esto es Flor venenosa". Empiezan a divertirse, el viento ha alejado los nubarrones. Héroe de leyenda -"buenísima", se oye en las primeras filas-. Juan encuentra algunas dificultades en los primeros compases de No más lágrimas, pero logra la remontada y deja el ambiente caldeado para enfrentarse a la tercera parte del show. Nuestros nombres, El mar no cesa... Valdivia vuelve a estar en su salsa y empieza Entre dos tierras. Apenas ha terminado cuando los héroes se lanzan a por otro éxito seguro. Algunos gritarán, otros se echarán a llorar y muchos más cerrarán los ojos al sentir los compases de Maldito duende. Esta vez los dedos de Juan no tienen duda de cuál es el camino. Avalancha llega ardiendo. Unas llamaradas surgen del escenario mientras la avalancha se traslada al campo y a la grada. La chispa adecuada, sin embargo, ya en los bises llenará de luces La Romareda y de confetis los rostros asombrados de las primeras filas.

Apenas un instante antes de desaparecer entre una lluvia de fuegos de artificio será En brazos de la fiebre, una de las canciones favoritas de Enrique, la encargada de poner el broche de oro a una noche mágica para muchos. Ya lo dijo él: "Casi nunca las cosas duran para siempre".

Fuente: ELPAIS.COM

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